EN UNA HERMOSA
ORACIÓN, SANTA FAUSTINA NOS REVELA SU MANERA DE PRACTICAR LA MISERICORDIA :
«¡Señor Jesús, transfórmame toda en tu Misericordia!
Haz que mis ojos sean misericordiosos, para que jamás juzgue según las apariencias y desconfíe de nadie, sino que pueda ver en todas las almas todo lo bello que poseen, y que sea caritativa con todas ellas.
Haz que mis oídos sean misericordiosos, siempre atentos a las necesidades de mis hermanos y nunca sordos a su llamada.
Haz que mi lengua sea misericordiosa para que nunca hable mal de nadie, sino que tenga para todos palabras de perdón y de consuelo.
Haz que mis manos sean misericordiosas y se llenen de caridad, a fin de que pueda cargar con todo lo pesado e insoportable para aliviar el peso de los demás.
Haz que mis pies sean misericordiosos y siempre dispuestos a acudir en auxilio del prójimo... ¡Que mi descanso sea servir!
Haz que mi corazón sea misericordioso y abierto a cualquier sufrimiento. De ese modo no lo cerraré a nadie, incluso a los que abusen de él, y yo misma me encerraré en tu Corazón...
¡Que tu Misericordia repose en mí, Señor! Transfórmame en ti, pues tú eres mi todo».
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