¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Tu majestad se alza por encima de los cielos.
De los labios de los niños de pecho,
levantas una fortaleza frente a tus adversarios,
para hacer callar al enemigo y al rebelde.
Al ver el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para que de él te cuides?
Lo hiciste inferior a un dios,
coronándolo de gloria y esplendor;
le diste el dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies:
rebaños y vacadas, todos juntos,
y aun las bestias salvajes,
las aves del cielo, los peces del mar
y todo cuanto surca las sendas de las aguas.
¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra.
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