28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.29 Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» (Lc 24, 28-29)
28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.29 Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» (Lc 24, 28-29)
Pero ya sabemos que para los cristianos en cierta manera el día es la noche y la noche es el día. Porque el día espera la noche como santa Teresa que espera morir para encontrarse con el Señor. Pues en estos dice que ardía su corazón. Era el Señor el que calentaba el corazón. Por lo tanto hemos de abrirnos al Señor para que nos explique nuestra historia, nuestro mundo, nuestro entorno, nuestra familia, nuestras cosas. Él es el que tiene la clave de todo. Dice aquí el Papa que es Dios quien tiene que introducirnos en sus misterios, no sólo la razón. Es una gracia de Dios. Dios se revela.
LO RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN
32 Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24, 32)
Dejaron entrar en su vida a Jesús. Aun cuando no lo reconocían al principio. Jesús es el único que te puede dar ese calor. Esa consolación, ese sentido en tu vida, aun cuando haya momentos difíciles y de los cuales puede ser que huyas.
32 Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24, 32)
Dejaron entrar en su vida a Jesús. Aun cuando no lo reconocían al principio. Jesús es el único que te puede dar ese calor. Esa consolación, ese sentido en tu vida, aun cuando haya momentos difíciles y de los cuales puede ser que huyas.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? (Rom 8, 35)
A veces hay en nuestra vida situaciones de desánimo. Y Jesús se pone a caminar con nosotros, como con los discípulos de Emaús. Jesús viene a mi trayecto. Viene a mi historia. Se pone a caminar con nosotros.
"Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo". Estas palabras de Jesús nos aseguran que no estamos solos.Te adoro con devoción, Divinidad oculta,
verdaderamente escondido bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.
La vista, el tacto, el gusto, se equivocan sobre ti,
pero basta con el oído para creer con firmeza.
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más cierto que esta palabra de Verdad.
En la Cruz se escondía sólo la divinidad,
pero aquí también se esconde la humanidad;
Creo y confieso ambas cosas,
pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás,
pero confieso que eres mi Dios;
Haz que yo crea más y más en Ti,
que en Ti espere; que te ame.
¡Oh, memorial de la Muerte del Señor!
Pan vivo que da la vida al hombre:
Concédele a mi alma que de ti viva,
y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, bondadoso pelícano,
límpiame, a mí inmundo, con tu sangre,
De la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto,
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
Que al mirar tu rostro ya no oculto
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.
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