
De alimentarte de los Pechos Maternos siendo Niño,
pasaste a gobernar el Universo,
y te hiciste alimento del hambriento.
De estar indefenso en el Pesebre,
pasaste a ser Rey que defiende a los Suyos en el Santo Madero.
Fuiste injustamente acusado y llevado a la Cruz por juez mortal,
siendo Tú el Inmortal.
¡Que grandeza de este Niño del Pesebre!
Con Su Luz confunde a los soberbios y enaltece a los humildes.
¡Alégrese el hombre por este Nacimiento!
Nuestro Salvador viene por los Suyos.
¡Cantemos de júbilo, alcemos la voz al Niño en Belén
y demos vítores al Rey que nos salva!
Amén