Oficio de
Lectura, del bautismo
de Cristo
El bautismo
de Cristo
De los sermones de san Gregorio Nacianceno, obispo
Sermón 39, En las sagradas Luminarias, 14-16. 20
De los sermones de san Gregorio Nacianceno, obispo
Sermón 39, En las sagradas Luminarias, 14-16. 20
Cristo es
iluminado: dejémonos iluminar junto con él; Cristo se hace bautizar:
descendamos al mismo tiempo que él, para ascender con él.
Juan está
bautizando, y Cristo se acerca; tal vez para santificar al mismo por quien va a
ser bautizado; y sin duda para sepultar en las aguas a todo el viejo Adán,
santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y así, el Señor,
que era espíritu y carne, nos consagra mediante el Espíritu y el agua.
Juan se
niega, Jesús insiste. Entonces: Soy yo el que necesito que tú me bautices, le
dice la lámpara al Sol, la voz a la
Palabra , el amigo al Esposo, el mayor entre los nacidos de
mujer al Primogénito de toda la creación, el había saltado de júbilo en el seno
materno al que había sido ya adorado cuando estaba en él, el que era y habría
de ser precursor al que se había manifestado y se manifestará. Soy yo el que
necesito que tú me bautices; y podría haber añadido: «Por tu causa». Pues sabía
muy bien que habría de ser bautizado con el martirio; o que, como a Pedro, no
sólo le lavarían los pies.
Pero Jesús,
por su parte, asciende también de las aguas; se lleva consigo hacia lo alto al
mundo, y mira cómo se abren de par en par los cielos que Adán había hecho que
se cerraran para sí y para su posteridad, del mismo modo que se había cerrado
el paraíso con la espada de fuego.
También el
Espíritu da testimonio de la divinidad, acudiendo en favor de quien es su
semejante; y la voz desciende del cielo, pues del cielo procede precisamente
Aquel de quien se daba testimonio; del mismo modo que la paloma, aparecida en
forma visible, honra el cuerpo de Cristo, que por deificación era también Dios.
Así también, muchos siglos antes, la paloma había anunciado del diluvio.
Honremos
hoy nosotros, por nuestra parte, el bautismo de Cristo, y celebremos con toda
honestidad su fiesta.
Ojala que
estéis ya purificados, y os purifiquéis de nuevo. Nada hay que agrade tanto a
Dios como el arrepentimiento y la salvación del hombre, en cuyo beneficio se
han pronunciado todas las palabras y revelado todos los misterios; para que,
como astros en el firmamento, os convirtáis en una fuerza vivificadora para el
resto de los hombres; y los esplendores de aquella luz que brilla en el cielo
os hagan resplandecer, como lumbreras perfectas, junto a su inmensa luz,
iluminados con más pureza y claridad por la Trinidad , cuyo único rayo, brotado de la única
Deidad, habéis recibido inicialmente en Cristo Jesús, Señor nuestro, a quien le
sean dados la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Oración
Dios
todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo, en el Jordán, quisiste
revelar solemnemente que él era tu Hijo amado enviándole tu Espíritu Santo,
concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo,
perseverar siempre en tu benevolencia. Por nuestro Señor Jesucristo.
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