GRAN ACONTECIMIENTO EN LA SANTA IGLESIA CATOLICA
Cuando el cardenal Jorge Mario Bergoglio casi se convierte en
papa en 2005, dijo a un confidente que, de haber sido elegido, habría tomado el
nombre del pontífice que más admiraba: Juan XXIII.
Cuando se volvió papa en 2013, sus primeras palabras en público
evocaron lo que Juan Pablo II había dicho tras su elección: que los cardenales
habían ido a los confines de la
Tierra para hallar un nuevo líder.
Juan XXIII y Juan Pablo II dos de los grandes líderes
espirituales del siglo XX, cambiaron el rostro de la Iglesia católica y del
papado mismo con sus destacados mandatos, si bien fueron notablemente
distintos. También tuvieron una profunda influencia en el papa Francisco, quien
los elevará a la santidad el domingo en la primera canonización de dos papas en
la historia.
Juan XXIII, acogido por los progresistas, dirigió la Iglesia de 1958 a 1963 y se le acredita
sobre todo haber realizado el Segundo Concilio Vaticano, el cual trajo a la
milenaria institución a la era moderna. Durante sus 26 años como papa, Juan
Pablo II se aseguró de que hubiera una implementación e interpretación más
conservadora del concilio, a la vez que ayudó al derrocamiento del comunismo y
avivó a una nueva generación de católicos.
Unas pocas semanas después de ser elegido, Francisco oró en los
sepulcros de ambos papas, indicativo de que siente una conexión personal y
espiritual con ellos.
"Canonizarlos juntos será, creo, un mensaje para la Iglesia", dijo
Francisco a mediados del año pasado. "Ambos eran maravillosos".
Francisco le debe su papado, y su carrera, a Juan Pablo II,
quien en 1978 fue elegido como el primer papa no italiano en 455 años.
Fue Juan Pablo II quien sacó a Bergoglio de la penumbra y del
exilio jesuita para hacerlo obispo auxiliar de Buenos Aires en 1992. Seis años
después, Juan Pablo II ascendió a Bergoglio a arzobispo de la capital
argentina, y en 2001 lo ordenó cardenal, poniéndolo en el camino para
posiblemente sucederlo.
En Bergoglio, Juan Pablo II quizá vio un espíritu afín, un
conservador opuesto a los excesos marxistas de la teología de la liberación en
América Latina.
Bergoglio testificó después ante el tribunal eclesiástico para
la canonización de Juan Pablo II que éste había sido estoico al enfrentar el
mal de Parkinson que lo aquejó en sus últimos años. Dijo que su propia devoción
por la Virgen María
se debía en parte a la gran devoción que Juan Pablo II sentía por ella.
Pero en muchos sentidos, Francisco en un pontífice más
del estilo de Juan XXIII.
El énfasis de Francisco en una "Iglesia pobre", en
reformarla y en propagar la fe a las periferias de la sociedad hace recordar
las tribulaciones de Juan XXIII
El joven Angelo Roncalli se unió a la rama secular de la orden
franciscana antes de ser ordenado, atraído por el énfasis de su fundador San
Francisco de Asís de cuidar a los pobres y por su mensaje de paz. El actual
papa decidió a fin de cuentas llevar el nombre de Francisco, una señal de una
profunda conexión espiritual.
En una señal de su admiración, Francisco incluyó a quien por
mucho tiempo fuera secretario privado de Juan XXIII, Loris Capovilla, en su
primera tanda de nuevos cardenales, aun cuando a los 98 años, Capovilla estaba
muy por encima del límite de edad para votar en un cónclave.
Asimismo, Francisco estaba tan determinado a que Juan XXIII se
volviera santo que rompió las propias reglas del Vaticano sobre canonización al
declarar que el Vaticano no necesitaba certificar un segundo milagro atribuido
a su intercesión.
"Francisco es un papa 'roncallino''', dijo Alberto Melloni,
biógrafo de Juan XXIII y director de la fundación en Bologna donde se
resguardan sus documentos. "Vemos el fruto del concilio hoy día en el papa
Francisco".
Francisco es un pastor, como Juan XXIII, y menos dogmático que
Juan Pablo II.
En una ocasión, cuando se le preguntó por qué no abordó el tema
del aborto o del matrimonio entre personas del mismo sexo en su primer viaje a
Brasil, respondió que no era necesario, "tampoco hablé de engañar, mentir
u otros asuntos en los que la
Iglesia tiene una catequesis clara".
Si Juan Pablo II no hubiera pasado gran parte de un cuarto de
siglo aclarando las enseñanzas de la
Iglesia en temas como el aborto, la eutanasia y la
homosexualidad para una generación de católicos confundidos después de la
turbulenta década de 1960, Francisco quizá no habría dicho esas palabras. Pero
su respuesta también indica que Francisco se concentra más en la piedad que en
la moral.
Eso no significa que Juan Pablo II fuera todo doctrina. Por el
contrario, su papado trotamundos, su visión para lanzar los populares Días
Mundiales de la Juventud,
y su capacidad natural para comunicarse lo convirtieron en el pastor católico
del mundo desde un púlpito global.
Ello también influyó a Francisco, quien parece tener un estilo
similar, casual y calmado, para comunicarse con los jóvenes, aunque carece de
la profunda voz que Juan Pablo II cultivó en sus días como actor.
George Weigel, biógrafo de Juan Pablo II, dijo que es
"francamente ridículo" ver a Francisco sólo como una escisión de los
papados doctrinales de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, como muchas personas
lo ven.
"El papa Francisco es obviamente un hombre inspirado por
Juan Pablo II, admiró profundamente a Juan Pablo II", dijo Weigel.
"El heredó una iglesia formada por Juan Pablo II y Benedicto XVI, en lo
que yo trato de ver como un periodo de 35 años de interpretación del Segundo
Concilio Vaticano".
Pero hay claras diferencias. Juan Pablo II, cuyo nombre antes de
ser papa era Karol Wojtyla, se puso al frente y al centro de las guerras
culturales de la Iglesia,
y usó el púlpito para entrar en la política de la moral de una manera que
Francisco hasta el momento no ha hecho, aun cuando esas guerras están lejos de
haber terminado.
"El papa Francisco no representa a un hombre que lucha
sobre cómo fue recibido el concilio o el conflicto entre los principios de la Iglesia y la esfera
pública de moralidad", dijo Melloni. "Representa el fruto del
concilio en el sentido de poner el evangelio en el centro de la vida cristiana".
Ese énfasis en la vida espiritual era obviamente primordial para
Juan Pablo II, quien era conocido por su intensa vida de oración interna. Pero
para Juan XXIII, representó un rompimiento con papados anteriores.
"Por muchos siglos, lo que era considerado importante en un
papa, era ser un gran soberano y un gran político", dijo Melloni. Juan
XXIII marcó un cambio completo en el que la práctica de una vida cristiana
"era esencial nuevamente para ser papa".
Al igual que Francisco, Juan XXIII creció en el seno de una
familia numerosa y devota, donde las mujeres enseñaban a los jóvenes la
devoción simple de los católicos pobres de la era. Para Juan XXIII fue su madre
Marianna. Para Francisco, su abuela, Rosa. Ambos tienen ascendencia italiana:
los abuelos de Francisco se mudaron de Piedmont a Argentina; la familia
Roncalli aún está asentada en Bergamo.
El entorno de Juan Pablo II fue totalmente distinto, aunque
también procedía de una familia católica devota. En Wadowice, Polonia, perdió a
su madre cuando era apenas un pequeño, y a su hermano mayor cuando tenía 14. A los veintitantos estaba
solo en el mundo tras la muerte de su padre.
A pesar de lo diferente de sus vidas, los tres llegaron al
papado con la necesidad visceral de estar con la gente.
Juan definió su vida en el Vaticano como la de "un pájaro
en una jaula de oro", y aprovechaba cada oportunidad que se le presentaba
para escapar. Francisco optó por vivir en un hotel del Vaticano en lugar de
hacerlo en el Palacio Apostólico, porque según dijo su salud metal estaba en
juego.
Juan Pablo II rara vez comía solo, y con frecuencia usaba la
mesa del comedor como lugar para hablar sobre temas importantes o para
compartir momentos con viejos amigos de Polonia.
"La gente, y sí, incluso las multitudes, lo
vigorizaban", dijo monseñor Slawomir Oder, quien promovió la canonización
de Juan Pablo II.
Oder también reconoció que Juan Pablo II tenía un lado obscuro.
Tenía un fuerte temperamento y no temía mostrarlo. Era "temperamental e
impulsivo", dijo Oder, quien recordó que en una ocasión Juan Pablo II
reprendió a un sacerdote de su diócesis por una falta y le ordenó entregar su
licencia de conductor.
Juan XXIII era conocido como "el papa bueno": afable,
corpulento, con grandes orejas, mirada cálida, sonrisa amable y un excelente
sentido del humor. Suena similar a lo que se diría de Francisco, aunque éste ha
dicho que tiene un lado "autoritario".
El reverendo Robert Wister, profesor de historia eclesiástica en
la Universidad Seton
Hall, dijo que el mensaje de las canonizaciones del domingo es que puede haber
diferentes formas de llevar el papado, diferentes tipos de papa, diferentes
aplicaciones de las enseñanzas de la
Iglesia, dependiendo de las señales de los tiempos.
"Seguimos siendo una sola Iglesia", dijo.