R/. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos.
Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados,
ni nos paga según nuestras culpas.
Padre mío
ayúdame a vaciar mi corazón
a limpiar y purificar mi corazón
a quitar todo lo que no me pertenece,
como, la vanidad, el orgullo el dolor, el rencor,
dame el don de la humildad, del perdón
de reconocer mis errores,
y aceptar todo lo que tu me mandes
señor quita de mi todas esas cosas que no me sirven
que tu seas el dueño y señor de mi corazón,
que mi corazón este limpio para ti, amen
No hay mayor amor, dice Jesús, que dar la vida por los amigos. Por esto, las primeras comunidades cristianas meditaron mucho sobre la parábola del pastor que da su vida por las ovejas. Jesús al presentarse a si mismo como el Buen Pastor, quiso revelar a la muchedumbre que le escuchaba "los proyectos del corazón Dios", sus designios de misericordia. Llegará un día que otra imagen impresionará más aún a los espíritus, la del costado abierto de Jesús crucificado: el costado traspasado de Jesús, del que manaron sangre y agua, es asimismo el signo la fecundidad de su sacrificio, puesto que es el manantial del brotan los sacramentos de la Iglesia. En estos últimos tiempos, ha sido el Corazón mismo de Jesús, tras su costado abierto. quien ha atraído la contemplación de los cristianos, como símbolo de "los beneficios de su amor para con nosotros».
Al contemplar el Corazón de Cristo, unos pueden escuchar, de modo especial, un llamamiento a la reparación por los pecados de los hombres, otros acudirán a beber con gozo de la fuente de la salvación», y, finalmente, habrá otros que, fijos sus ojos en Jesús, se dejarán adoctrinar por El.